Escrito por el politólogo Manuel Sánchez
Cuando escuchamos la palabra “ideología” solemos asociarla con la cuestión puramente electoral o partidaria, es decir, con los partidos políticos, con las personas que participan en elecciones, etc. Incluso en los medios de comunicación, que influyen en la opinión pública, se suele deslizar la idea que la ideología es propia de los partidos de izquierda. Y se hace referencia a tal o cual candidato como “ideologizado”, casi como un aspecto negativo, como si esa persona no viera con claridad por “culpa” de su ideología.
Lo cierto es que todas las personas tenemos una ideología: nuestras familias, nuestros docentes, la iglesia, nuestros amigos y amigas, todos nosotros entendemos la vida en sociedad con diversas ideologías. Aun cuándo no sea muy evidente que la tienen, o no nos demos cuenta.
Para ver este tema, partimos de la definición de ideología propuesta por Piketty, economista francés, quien menciona a la ideología: “...Como un conjunto de ideas y de discursos a priori plausibles y que tienen la finalidad de describir el modo que debería estructurarse una sociedad, tanto en su dimensión social como económica y política”. (Piketty, 2019)
Para ser más claros, todas las personas tenemos respuestas ante la cuestión de cómo debería ser la organización ideal de nuestra sociedad. Este conjunto de respuestas que intentan ser coherentes, son las que forman nuestra ideología. En las palabras del mismo Piketty: “..Todo individuo se siente obligado a tener una opinión, por muy imprecisa e insatisfactoria que sea, sobre la vida política y la economía” (Piketty, 2019)
Estas respuestas y opiniones se pueden tipificar en dos aspectos fundamentales: régimen político, y régimen de propiedad.
1. El régimen político se refiere primero a las reglas que tratan el tema de fronteras, es decir, los territorios que definen cada comunidad. Por ejemplo, la existencia de países (lo cual es una construcción humana, no natural), y así también cómo se dividen estos países. En segundo lugar, el régimen político se refiere también a los mecanismos para tomar decisiones colectivas. Por ejemplo, las reglas para votar y elegir representantes, si gobierna un presidente, o quizá el primer ministro, si tenemos una monarquía o no. Y en tercer lugar, el régimen político se refiere también a los derechos políticos de las personas miembros de la comunidad. Por ejemplo, los derechos establecidos en las constituciones como la vida, libertad, identidad; incluso los que aún se encuentran en debate.
2. El régimen de propiedad se refiere a las reglas que tratan las formas de posesión que se permiten, así como los procedimientos legales que enmarcan las relaciones de propiedad. Es decir, las opiniones que tenemos sobre la propiedad privada y la pública. Por ejemplo, ¿Por qué el servicio del agua lo controla el estado ? ¿Por qué existe la educación privada?. También se refiere a la propiedad sobre el suelo y el subsuelo. Por ejemplo, ¿Quién es dueño del gas natural del subsuelo? ¿Qué pasa cuando se concesiona a una empresa privada?. Así mismo el régimen de propiedad trata de nuestra opinión sobre el esclavismo y la servidumbre (¿En algún momento las sociedades esclavistas no pensaron que esa era la forma de organización correcta?). Sobre la propiedad intelectual e inmaterial. Por ejemplo, ¿Tiene sentido lo de la protección de derechos de autor? ¿Quizá no?. Se trata también sobre amos y esclavos, nobles y campesinos, accionistas y asalariados. Es decir personas que poseen algo de otras y hasta qué punto esto es justificable.
Son las respuestas a todas estas cuestiones planteadas en los párrafos anteriores las que configuran una ideología. Y como podemos ver en nuestro día a día, nuestra familia, amigos, amigas, personas a nuestro alrededor, todas tienen una opinión sobre la vida política y la vida económica.
Y muchas veces estas respuestas que forman la ideología de una sociedad - y por ende de las personas-, pasan por “sentido común”, porque las hemos aprendido desde muy pequeños, en las escuelas, de nuestro alrededor; y estas ideas se vuelven parte de nuestras creencias y parte de nuestra identidad y aspiraciones. De ahí que se nos hace muy difícil cuestionarlas, y un intento de poner a prueba estas ideas se vuelve una suerte de ataque a nosotros mismos.
Es por eso que, por ejemplo, los medios de comunicación tratan las ideologías de los partidos de derecha o de “centro” como algo “técnico”, racional y como propuestas en las que todos/as estamos de acuerdo, por lo que no suelen ser cuestionadas, propuestas “sin ideología” y por ende más fáciles de aceptar. Sin embargo, teniendo en cuenta que todas las personas tienen ideología, es momento de empezar a hacernos preguntas y cuestionar algunas cosas. Para ello es importante conocernos un poco más y comprender bajo qué ideología pensamos. Quizá con un pequeño ejercicio de preguntas y respuestas.
Por ejemplo, actualmente vivimos en un mundo sumamente desigual donde solo el 10% de la población concentra casi la mitad de las riquezas. En ese sentido, ¿Es correcta esa repartición? ¿Por qué creemos que es correcta o incorrecta? ¿Es posible pensar en un sistema distinto, quizá equitativo o igualitario?
En esa misma línea ¿Pueden todas las personas ser “millonarias”? ¿Si trabajamos sacrificadamente podremos tener mucha riqueza? ¿Por qué a pesar del trabajo arduo de clase media/baja estamos lejos de ser “millonarios”? ¿Existe la meritocracia? ¿Tiene un límite el crecimiento económico? ¿No depende de los recursos del planeta?
Desde la escuela aprendemos que quien se esfuerza cumple sus metas. Allí también aprendimos cuáles debían ser nuestras metas. Desde infante aprendes que una persona “inteligente” sabe “adaptarse” al sistema en el que vive. Y sobre todo aprendes de jerarquías, a quien miras hacia arriba y quién es tu igual. Y la realidad no funciona exactamente de esa manera. Evidentemente ni nuestros profesores son “culpables”, ni lo son nuestras familias. Son personas formadas en una ideología, como todos nosotros, lo importante será reconocerlo.
Bibliografia: http://piketty.pse.ens.fr/files/ideology/pdf/F0.3.pdf
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