Escrito por el politólogo Manuel Sánchez Agreda
La semana pasada falleció Abimael Guzmán. Evidentemente es una situación que no pasa desapercibido, porque todos sabemos quien fue y lo que hizo, ¿Verdad?
La historia oficial que se crea de generación a generación, y se refuerza desde los medios de comunicación de mayor alcance es que Abimael fue un monstruo despiadado, autor intelectual de innumerables muertes, atentados. Y entre otras cosas se le asocia con bombas, cortes de luz, y terror.
Y usualmente hasta ese punto queda la historia. Sabemos que odiamos a Abimael porque sabemos que algo malo hizo. Es entonces que la discusión termina siendo hoy en día sobre quién tiene la idea más retorcida acerca de qué hacer con su cadáver, como si eso calmara nuestro odio.
Creo que podemos estar de acuerdo en que nos gustaría poder superar esa etapa, sanar heridas, y la alternativa que planteamos es que para superar un proceso doloroso primero se hace necesario comprenderlo. Pero, ¿cómo comprenderlo si no se habla de eso? ¿Por qué no se habla de eso en los medios? Y si se menciona, ¿Por qué no la historia completa? ¿A quién le conviene que no se hable de esa parte de la historia y solo nos acordemos que odiamos a ese personaje?
En este breve escrito, intentaremos responder esas cuestiones.
La importancia de las ciencias sociales está en que nos permiten comprender nuestra realidad con la profundidad necesaria para que los hechos no sean manipulados fácilmente al antojo de cualquier persona o grupo. Y para ello tenemos que dejar de lado lo que es puramente emotivo y objeto de manipulación. Es así que ante la imagen que tenemos de Guzmán como un monstruo, hay que ir más allá, y dejarla de lado por un momento. Un monstruo es un ser anormal, que no es propio de lo natural, además, su sola apariencia o presencia individual es temible. Y, pues.. Guzmán fue catedrático, con colegas, amigos, estudiantes a quienes enseñaba, con familia. Es decir, un entorno, un contexto, un espacio donde fue desarrollando su pensamiento y donde encontró justamente personas que se sumaron a sus acciones, porque solo no habría podido hacer lo que hizo. Necesitaba de una organización. Si solo nos quedamos con la idea del odio y del monstruo jamás podremos conversar sobre las causas y consecuencias de las acciones violentas de toda una organización.
Retomando la visión desde las ciencias sociales, los sucesos tienen dos tipos de causas bien notorias, las de nivel macro y las de nivel micro. Es decir las primeras relacionadas al contexto, el entorno más grande, por ejemplo, las condiciones económicas de Ayacucho sucesos internacionales, desarrollo de toda una sociedad; mientras que las segundas, centradas en la persona y el entorno más cercano, como la vida personal de Abimael, las particularidades de Sendero, etc. Trataremos de abordar la historia desde ambas cuestiones.
Entonces, podemos remontarnos a mediados de los años 60 en la región de Latinoamérica. A raíz del triunfo de la revolución cubana no era raro ver la formación de guerrillas, es decir grupos armados que pretendían replicar lo sucedido en Cuba, llevar a cabo una revolución contra el poder de turno. Específicamente en el Perú, la relación de poder más notoria era la opresión de los hacendados sobre los campesinos. Es ante esta situación desigual que se forman grupos guerrilleros de izquierda como el MIR - Movimiento Izquierda Revolucionaria, o el EJN - Ejército de Liberación Nacional. Y a la par, el campesinado se organiza para protestar ante el gobierno por la injusticia en la que vivían.
Es en este contexto que Guzmán llega a la Universidad San Cristóbal de Huamanga, en Ayacucho, en el año 62. Aunque no integró ninguna guerrilla, fue parte del partido Comunista, y compartía los ideales de revolución contra el poder oligárquico. Ahí fue participando activamente en la vida política del pueblo.
El movimiento campesino había logrado recuperar algunas tierras en distintas haciendas de la zona andina. Ante este avance, se les prometió una Reforma Agraria, la cual nunca llegó, pues fue bloqueada por los defensores de los intereses oligárquicos. Con lo cual el conflicto se intensificó. En esta situación es que aparece Velazco en el 68, da un golpe de estado, y constituye el Gobierno Revolucionario de las Fuerzas Armadas.
Varios partidos de izquierda apoyaron las medidas, las guerrillas no tuvieron éxito pero pudieron ver realizados algunos de sus reclamos en el gobierno de Velazco. Sin embargo, facciones como la que integraba Abimael Guzmán se mantenían contrarias al gobierno militar. Esta posición se vio reforzada cuando en el año 69 en Ayacucho ocurrió un levantamiento contra el gobierno, debido a un decreto que atentaba contra la educación gratuita. Como resultado de este levantamiento, se terminó formando un Frente de Defensa del pueblo de Ayacucho donde la facción de Guzmán tomaría protagonismo.
Aunque la reforma agraria calmó hasta cierto punto las cosas, las condiciones de desigualdad se mantenían. Ayacucho era una de las regiones más pobres y un tanto aislada del resto del país. Lo siguiente es que el Partido Comunista se dividió en dos facciones, la de Guzmán era “Bandera Roja”, con afinidad a la revolución china. Sin embargo luego Guzmán y otro grupo de personas se separan y forman su propia facción llamada “Sendero Luminoso”.
Guzmán viaja a China, se empapa de lo que vio allá y a su regreso se convence más en que se podía replicar aquí en Perú lo aprendido. Es por eso que él y sus partidarios dan inicio a la “Lucha Armada” en el año 80, con un atentado en el distrito de Chuschi, Ayacucho, el cuál consistió en quema de ánforas durante las elecciones.
Además del contexto, Sendero tuvo una particularidad, fue particularmente sanguinario. La denominación de grupo terrorista es justamente porque sus acciones eran lo suficientemente crueles como para causar este pánico colectivo. No pretendían solo atacar objetivos militares que les permitan conseguir poder y dominar zonas, sino dejar muestras visibles de su matanza despiadada con el fin de inmovilizar a través del terror a las poblaciones para que no les ofrezcan resistencia. Guzmán actuó bajo las sombras durante más de 10 años, y el grupo que dirigía mató a miles de personas. Había un culto por su personalidad, pues creían que Guzmán estaba encaminado a representar una revolución mundial. Así que el ego podría ser una de las motivaciones personales para continuar a toda costa, y justificar su estrategia de terror y muerte.
A partir de aquí corresponde entender que Sendero pudo seguir avanzando debido a esa lejanía existente entre la zona andina y la capital, que todo el tiempo trató este tema a la ligera, sin inteligencia y con fuerza bruta y terror como respuesta. Y esto lo único que consiguió fue darle mayor asidero al discurso senderista.
Felizmente las comunidades campesinas supieron resistir ante el ataque de Sendero y al olvido del Estado. Las cosas empezaron a cambiar además, cuando el GEIN empezó a conseguir resultados gracias al trabajo de inteligencia. Siendo el golpe más importante la captura de Abimael junto a la cúpula de Sendero en el año 92.
Como pueden notar, esto es apenas un resumen del contexto donde se originó Sendero, y comprender esa situación nos permite pensar si esas condiciones han cambiado o siguen siendo igual. Si aún existe desigualdad y si esta es injusta. Si vamos a permitir que grupos violentos avancen y no encuentren resistencia. Si ya aprendimos a resolver los conflictos con inteligencia. Si hemos superado esos años de violencia, si aún nos duele recordar, si quizá ya podemos perdonar o seguiremos cargando con el odio encima.
Estos temas son los que podríamos discutir ahora mismo. Pero hay un grupo de personas, que quizá no son fáciles de identificar, a quienes no les interesa discutir eso, pues preferirían que sigamos sin superar este episodio. Quienes se han aprovechado de nuestra rabia legítima para ganar espacio en la política y los espacios de poder. Y lamentablemente, los medios de comunicación se prestan o son cómplices de ese juego de odio.
En cada lugar donde hay una guerra, hay personas que se están beneficiando de distintas formas. Y a estas personas no les interesa que las guerras terminen. Por eso, aunque haya muerto Abimael, su cadáver y su monstruosidad seguirán aquí para que la guerra no termine, no sanemos, y no hablemos de lo importante.
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