Reseña escrita por el Bach. CC.PP y Gobernabilidad Martin Ueda.
La democracia es uno de los términos más discutidos, pero sobre todo respaldado que existe en el mundo. En términos simples son contadas las excepciones de países que no se reconocen como democráticos y como tales (salvo algunas monarquías). Ya sea en índole de derecha o izquierda, se consideran democracia; sin embargo ¿existe una construcción de lo verdadero democrático?
A simple vista podríamos decir que sí, y en verdad es importante distinguir los criterios que sirven para determinar lo democrático. Primero es importante entender que el término en sí, desde una perspectiva etimológica significa el poder del pueblo. Pero la primera interrogante vendría hacer ¿Qué pueblo? Es un tema sumamente extenso el poder identificar como ha ido avanzando, pero siempre es crucial señalar que los términos no se han de estudia anacrónicamente, sino en su realidad histórica.
Pero más allá de su origen, la connotación de sujetos que engloba, entre otros aspectos. En nuestro entorno concreto existe algunos consensos para determinar lo democrático. El cuál bajo una perspectiva minimalista lo reduce a la posibilidad de que los ciudadanos -lo que vendría hacer hoy por hoy “el pueblo”- tengan la posibilidad de elegir a sus gobernantes. Bajo ésta noción, desde la construcción occidental, lo no democrático vendría hacer aquello que no permite o garantice tales elecciones.
Esto pueda parecer obvio y hasta justo, pero las elecciones en sí no son el fin o la máxima de la democracia en el sentido del poder. Sino que son el medio para alcanzar tal objetivo, pero si en caso esto no se da, si es que solo es un mecanismo que está ensañado para que solo algunos alcances dicho poder. Entonces, podríamos inferir que las elecciones libres, no es la máxima para garantizar la democracia, sino que pueden incluso pervertir los fines de quienes manejan el poder.
El concepto en sí es tan amplio, que justamente por la naturaleza misma de éste, desde diversas percepciones, podríamos decir que tal o cierto régimen puede ser democrático. Sin embargo, en el mundo contemporáneo, el imperativo es la democracia liberal; o la democracia burguesa como lo llamarían otros intelectuales. La democracia liberal, engloba aspectos más amplios lo relacionado al poder del pueblo. Engloba aspectos como representación política, separación de poderes y el Estado de Derecho; aspecto que muchas veces pueden chocar entre sí, y que incluso presentan contradicciones los cuáles pueden generar anomalías el modelo normativo que plante la Democracia liberal.
Es tanto la hegemonía de tal discurso, que actualmente organizaciones de peso como Freedom House, categoriza a los países como libres o democráticos según tales criterios. Aun así ¿definitivamente eso es lo democrático? Primero partamos de uno de los principios que sustentan la razón de ser la “representación”, el cual es la legitimidad. Técnicamente la legitimidad lo garantizan las elecciones, pero salvo contadas excepciones eso no se lleva a cabo (eso lo explicaremos en el próximo capítulo). De por sí gobiernos sumamente legítimos no han sido precisamente democráticos, al menos según la noción de la democracia liberal. Brutales autoritarismo o cultos a la personalidad, han contado con mucha legitimidad, y sin ir muy lejos, las monarquías en su momento, en algún momento fuero legítimas popularmente.
Otro aspecto es que la separación de poderes, puede ser un lastre incluso para garantizar la voluntad popular o incluso tomar iniciativas para garantizar derechos y proclamas ciudadanas. Un claro ejemplo, es el Apartheid en Estados Unidos, que, por temas de disputa entre Ejecutivo, facciones de las cámaras de los diputados y senadores, muchos derechos civiles no se lograron después de muchas décadas. O también la contradicción de que en algunos países gobiernos autoritarios, hayan impulsado una serie de reformas que han sido avance en materia de derechos ciudadanos –para mencionar, el gobierno dictatorial de Mustafa Kemal Atatürk, le dio el votó a la mujer antes que el resto de países europeos, y mucho otros ejemplos, que no son casos aislados-.
Hay muchos puntos a dilucidar, en el siguiente capítulo veremos más contradicciones.
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