Reseña escrita por el Bach. Ciencia Política y Gobernabilidad Álvaro Giraldo Yupanqui
En la década de los noventa del siglo XVI, empezó a popularizarse un género pictórico en el continente europeo. A partir de ese momento, eran comunes las solicitudes de cuadros que representen a unas mesas provistas de abundantes frutas y hortalizas; lo que solemos conocer como bodegones. Considerado un género ínfimo, que se suelen practicar los aspirantes a la pintura para adiestrarse en el arte de la imitación. Que por ese entonces, la pintura buscaba imitar a la realidad. Nosotros podemos pensar que estos bodegones no suelen ir más allá de las intenciones decorativas. De todas maneras, son solo frutas ordenadas según el capricho del que las pinta. Sin embargo para poder interpretarlas mejor, debemos recurrir al contexto de esa época, pues cada tiempo y espacio comparte significados que le son comunes a los que viven dentro de sus límites. Y el valor que atribuimos a un objeto es consecuencias de esto dicho. Así ¿Qué significado podría tener en la Europa de finales del siglo XVII las frutas y verduras representadas en cuadros? Pues indicarían la abundancia de los alimentos, los cuales se encontrarían circunscritos en circunstancias socioeconómicas comunes al continente, como el caso de la concentración urbana y fuerte contraste que marcaba la opulencia de la urbe y la miseria del campo. Esta relación entre bodegones y la concentración de las urbes se sostiene, también, al notar un contexto similar en la Antigüedad de Grecia; cuando Zeuxis pintaba sus uvas para sus conciudadanos. Sin embargo, junto a la abundancia viene el temor de los escases. Los pobladores de la urbe eran testigo del cada vez más evidente empobrecimiento del campo que otrora era la base de la economía y que ahora perdía frente al incipiente comercio. Por lo que en algunos cuadros de bodegones, las apetitosas frutas y de un vivo color, eran reemplazadas con frutas sobre maduradas que bordeaban la putrefacción en una evidente alusión al paso del tiempo y su efecto mortuorio sobre las cosas. Para resaltar este temor a la finitud de lo abundante, podemos mencionar un subgénero de los bodegones, llamado vanitas, en los que se representan a cráneos, que recuerda la brevedad de la vida. Sin embargo esta conciencia de lo no perdurable, puede haber tenido un efecto contrario a la intención moralizadora que pudo haber tenido este tipo de bodegones; puesto que si todo tiene que acabar, se ha de disfrutar con los placeres del exceso. Así que cuando vemos un bodegón, podemos suponer la representación de la abundancia siglos atrás. Una abundancia que se desarrolla en un contexto de contraste, entre la ciudad y el campo, y lo hace más evidente. Un cambio de gustos y pasatiempos en el contexto urbano, que fueron causadas por la acumulación y el excedente. El miedo a que la prosperidad acabe también, que hace repensar la fragilidad de las cosas buena como si esta trajera consigo, insospechadamente, su antítesis.
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-Reseña escrita por: @alvaro_orel
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Fuentes:
Arredondo, S. (2008). El pincel y la pluma. Sobre retratos, paisajes y bodegones en la literatura del siglo de oro. Anales de Historia del Arte, 151-169.
Jiménez, A. S. (2009). Bodegones poeticos: Pintura, fruta y hortalizas como bienes de consumo moral y literario en Lope de Vega y Luis Góngora. Formas de ocio y de consumo en la cultura aurea, 191-210.
Caravaggio. Cesto con Frutas (1596)
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