"La ciudad que habito"

Reseña escrita por el CC.PP. Álvaro Giraldo Yupanqui

Un ciudadano es una persona con derechos sobre el espacio en el que habita; este le proporciona la pauta a la dinámica de sus relaciones, alberga a la comunidad a la que integra, le proporciona cierto grado de certidumbre, de seguridad, sentido de pertenencia; pero este espacio también se transforma según cómo van cambiando la comunidad que acoge dentro de sus fronteras, existiendo una estrecha relación entre organización social y física. Sin embargo, esta dinámica ha sido transformada por otras entidades que están relegando al ciudadano a un segundo plano. La manera más cercana que tengo para poder compararla es a la de grandes centros comerciales que albergan las grandes ciudades, en donde si bien es un espacio público su dominio es privado, es decir que las decisiones se toman de manera unilateral, y sobre todo en base al aumento de la productividad, dejando, o mejor dicho, excluyendo, cualquier tipo de manifestación identitaria o cultural. Este tipo de dinámica impulsada por el desarrollo de corte neoliberal y concretada en propuestas como la arquitectura moderna en la mitad del siglo pasado exponen una tendencia a la homologación de las ciudades, que tienen como función la de servir de nodos de la dinámica capitalista, que necesita un constante flujo de sus recursos productivos. Y es esta lógica de mercado que ha desplazado a la de creación de una comunidad, que convierte al ciudadano en un actor pasivo, en un cliente, que no tiene lugar en el proceso productivo. Y esta forma de concebir a la ciudad no podrá ser sostenible en el futuro. Pues según estima la Organización de las Naciones Unidas, el 60 por ciento de la población, vivirá en las ciudades, suponiendo un reto para mantener la compactibilidad de la ciudad. Sin embargo, un dato más desalentador para esta parte de la región es que nuestras ciudades ya albergan al rededor del 80 por ciento de su población total. Por lo que América latina ya padece los embates de ciudades sobrepobladas y con lógicas excluyente que mantienen a unas zonas con alta densidad poblacional y déficit habitacional lo que genera la perpetuación de la condición de pobreza y la segregación de la ciudad. Octavio paz adjudicaba a la arquitectura el papel de testigo insobornable de la historia, y no hay mejor muestra de ello que nuestras urbes, que son fieles testimonios de concentración de poder, de centralismo, de brechas, del grave, pero muy común sentimiento de rechazo hacia la desgracia del otro. Ciudades totalmente atomizadas, y que cuyo progreso, es desequilibrado. En el caso de Lima, la distribución centro-periferia, expulsa a los habitantes pobres a los límites de la ciudad. Como si los límites constituyeran lo que otrara eran aquello arrabales obreros. Así el incontrolable crecimiento poblacional en la capital, causado por la violencia del terrorismo y la crisis económicas que en la década de los 90 alcanzó su cenit, y que nuestro gobierno le hizo frente a través de políticas aperturistas que en un primer momento, intensificaron la precaria condición de la población de estos asentamientos, y que luego lo desplazaría , condicionada por esa lógica de inacción estatal y predominio de la propiedad privada, a un factor productivo más . Ahora Lima, es la conclusión de todas esas décadas desprestigiadas en distintos planos; políticas, económicas y social en el Perú en la escala de una ciudad. Si la respuesta a la demanda habitacional que tienen los pobladores en Lima, les llamo pobladores, porque están en ese proceso de tener los derechos que tienen un ciudadano como sería el acceso a servicios básicos como agua, salubridad, educación, etc.; en Brasil una forma de acceder a una vivienda, es la de la invasión de edificios abandonados que se ubican en el centro de la ciudad, como es el caso de los habitante de Manoel Congo. Quienes indican que mejoraron su calidad de vida debido a el fácil acceso a los servicios básicos que les puede proveer esa ubicación. Ambas situaciones son comunes en las urbes latinoamericanas, a pesar de contar con políticas urbanas para generar una desarrollo planificado y ordenado; sin embargo, se necesita un cambio en la concepción del progreso, que genera menor espacio destinado a lo público, entendido esto como un espacio en el que las decisiones no son tomados por un solo propietario, si no por quienes son afectados por esa decisión. Y que adjudican el derecho sobre el espacio a la propiedad privada. Se necesita cambiar la lógica detrás de las tomas de decisiones tomadas en aras del progreso y desarrollo, que muestran un fetiche por el crecimiento económico y exoneran a las brechas que existen dentro de la misma ciudad, que en Latinoamérica sigue una dinámica centrífuga, que expulsa a ciudadanos de bajos ingresos a la periferia de las ciudades, marginándolas, convirtiéndolos en ciudadanos de segunda categoría.
-Reseña escrita por: @alvaro_orel
- Canal de youtube: LO-FI magazine
- Fuente:
Unceta, P. M. (14 de Marzo de 2015). Paisaje transversal. Obtenido de paisaje transversal: https://paisajetransversal.org/.../lima-proyectos.../...
Wittger, B. (enero-febrero de 2018). Nueva Sociedad. Obtenido de Nueva Sociedad: https://nuso.org/.../la-crisis-urbana-brasilena-y-sus.../...



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