Escrito por el Bach. Ciencias políticas y Gobernabilidad. Álvaro Giraldo Yupanqui:
El Día de los muertos es una festividad para recordar aquellos cuya existencia dejó de ser material; pero que aún permanecen dentro de los recuerdos, como una idea del pasado que moja nuestras orillas del presente en un eterno vaivén. Pero necesitamos más que eso, necesitamos un espacio que recuerde la existencia física de un ser querido, el espacio que ocupa en nuestra mente no es suficiente, tenemos que proyectarla en un espacio físico; así el ritual de su memoria será más obstinada. Los cementerios ocupan ese espacio, que alguna vez nuestro cuerpo ocupó; pero que ya inerte, busca mantener ese espacio, un espacio frío, subterráneo y perenne; no como otrora cálido, evidente y extensivo. Pero la muerte no solo se ocupa en adiestrarnos en el ritual de la memoria, si no también es un futuro que permea sobre nuestro presente y hace evidente nuestra fragilidad, como la de la llama de una vela que sucumbe a la fuerza del viento. Y esta angustia de vernos apagados por algún azaroso viento o por el infranqueable soplido de la muerte ha sido un capital para la inspiración de artistas que a solicitud de Instituciones como la Iglesia, que incentivaron el desapego a lo material a través de la caridad, han pintado cuadros que despiertan la consciencia de nuestra muerte. Una de las épocas más representativas de este tipo de motivos fue en el siglo XVI y XVII en el barroco. Ya anteriormente he hablado de un subgénero que surgió a partir de los bodegones, las vanitas, que por medio de cabezas cadavéricos rodeados de telas finas, abultados libros y otras pertenencias que corresponden con los placeres mundanos, muestran lo inane de la acumulación. Una teoría que se barajó para explicar la popularización de este tipo de subgénero fue la concentración urbana y la acumulación de riqueza de la ciudad, en contraste del creciente empobrecimiento del campo, lo que despertó cierta suspicacia respecto a la permanencia esa abundancia. Así, esto cuadros representaban una especie de anuncio a la brevedad de la vida y la intrascendencia de lo material. Pero más allá de las Vanitas, hay una serie de cuadros que tienen a la muerte como tema de sus pinturas, uno de los más representativos pintores del Barroco y que recientemente ha sido revalorizado fue Juan de Valdés Leal, que con su In Ictu Oculi, representa a la muerte tal y como la conocemos actualmente; una calavera animada empuñando una guadaña. Y este caso lleva consigo un ataúd y se posa por sobre un conjunto de pertenencias de un difunto y sobre un globo terráqueo, que quizás alude que ésta (la muerte) se alza por sobre todos nosotros. Aludiendo a otra característica de la muerte, que no es otra cosa que la de igualar en condición a todos. Unas centena de años después, Henri Cazalis en un poema que sería llevado a la opera por Camille Saint Säens en su Danse Macabre, describiría una danza en el que se mezcla la nobleza y la plebe, el rey con sus súbditos y que comparten un baile al son del chirriante violín de la Muerte, sin distinción alguna, despojado de sus diferencias físicas, sociales y políticas. Otro simbolista, años más tarde, Gustav Klimt describiría esa misma omnipresencia de la muerte con su cuadro Vida y Muerte, en el que se dispone a un lado de otro a la muerte, con su cadavérico rostro y cubierto por una manta de un color azul oscuro que se asemeja al cielo nocturno bajo la luz de una luna harta de llena, mirando a un tumulto de personas hacinadas, en sus variedades de colores, edades y sentimientos cubiertas por un manto colorida variopinto como a los que cubre, que con sus ojos cerrados, no pueden ver la extraña y desopilante figura que los observa con su sonrisa permanente. El ritual de la memoria no solo alimenta el recuerdo de los que ya no están, si no también nutre de una simbología a una meta a la que nos dirigimos desde nuestro nacimiento y que intentamos eludir gracias a nuestra capacidad de distraernos, de olvidar el destino de esa carrera que ninguno quiere ganar.
Michael Wolgemut. Dance of death, 1493
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