Enrique Ciriani, de la cuna hacia el andar, del trazo a lo racional y una noción de ambivalencia de la modernidad.

Reseña escrita por la Bach.Arq. Minerlava Alexis Cabana Ñaño.

“La Vivienda desgraciadamente en este país ha sido abandonada”. Enrique Ciriani narra explícitamente esta frase en uno de sus conversatorios en el año 2017, sustentado en una realidad que se ha extendido por más de una década. La vivienda o el refugio, siempre ha sido un problema importante en nuestro país, un problema que conlleva a muchos habitantes del territorio peruano, acudir hacia la invasión de terrenos en zonas periféricas, dónde la falta de servicios básicos y oportunidades, nos da una idea clara acerca de la VIVIENDA INFORMAL.
La calidad de vida gira en torno hacia un espacio donde la gente tiene la oportunidad de desarrollar diferentes actividades en cuanto a las necesidades, sin clasificar su posición económica. Espacios que nos permiten circular de uno hacia el otro, compartir y fomentar la inclusión, la estabilidad y la opción de una Vivienda. Sin embargo, es una realidad deseada e inversa a la actualidad, lo cual para Ciriani la solución está en manos de un arquitecto.
Enrique Ciriani Suito nació en Lima, Perú en el año 1936, de nacionalidad peruana y francesa. Su estudio profesional lo desarrolló en la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional de Ingeniería entre los años 1955 – 1960. Posteriormente su formación académica y profesional creó una unidad, cuando fue transferido en 1961 al Instituto Nacional de la Vivienda en la ciudad de Lima, donde tuvo la oportunidad de explorar y mantener una posición neutral y modernista frente a la realidad de Perú. Diseñó varios conjuntos de vivienda popular, así como equipamientos públicos, dónde dio prioridad a la habitabilidad y calidad de vida para los ciudadanos. Asimismo, su trabajo y gran parte de su actividad profesional, lo realizó en Francia, desarrollando una metodología y filosofía de trabajo sustentada en el modernismo.
Su capacidad humana, intelectual y profesional, le permitió a temprana edad lograr captar el sentido común de la arquitectura frente a los problemas sociales, desarrollando propuestas arquitectónicas meramente funcionales, espaciales y racionales para la vivienda en el Perú. Lo cual permitió, que su arquitectura sea irrelevante, sustentado en una lógica pertinente y capaz de dar una oportunidad abierta para que los habitantes puedan tener el placer de libertad dentro de la Vivienda.
Para Enrique Ciriani, “La vivienda procede de una lógica” y siendo el padre defensor de la arquitectura moderna en el Perú, su arquitectura nos hace repensar, si realmente se ha desarrollado un trabajo exhaustivo en torno a la vivienda en estos últimos años.
Así como el diseño de la unidad vecinal Matute o la vivienda Popular, han sido pensados para la comunidad, para la permanencia y el rescate de la identidad de la Vivienda en el Perú. Una arquitectura de Enrique Ciriani con un diseño espacial superior a las necesidades y exigencias de las personas hace que la gente no se traslade a otro lugar y tal como lo señala Ciriani: “La vivienda es un placer de libertad y circulaciones exteriores expuestas. Las cosas comunes la gente sabe protegerlas y cuidarlas”.
Escuchar en conversatorios y leer en fragmentos a Enrique Ciriani, es un lujo y a la vez una prioridad, porque su forma atípica de desarrollar arquitectura, nos deja una enseñanza importante, el de crear arquitectura para la gente. Su peculiar entusiasmo y su fe inquebrantable en el espacio moderno, ha dejado grandes huellas y aún la esperanza de cambiar de dirección la Visión que se tiene a cerca de la Vivienda en el Perú.






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