BJARKE INGELS | UNA REFLEXIÓN HACIA LA ARQUITECTURA UTÓPICA DEL SIGLO XXI

Reflexión escrita por la Arq. Minerlava Alexis Cabana Ñaño

La arquitectura en el proceso se ha ido configurando mediante diferentes tendencias y perspectivas sustentados en una base tecnológica que, si bien es cierto, ha permitido dar soluciones a problemas de gran demanda, pero, además, la tecnología ha sido una puerta bastante estrecha para llevar la arquitectura a sostenerse sobre un pequeño eslabón, siendo más que una disciplina, el fenómeno del siglo XXI. la idea de que la tecnología y la arquitectura deberían estar encaminados por las mismas regulaciones y patrones sociales, está más que claro; pero el problema nace a partir de que la arquitectura es partícipe de una desconfiguración y alteración, dando un producto utópico, es decir, una arquitectura que parece ser inalcanzable. Partiendo, desde fuentes teóricas como Edward de Zurco, expone que la obra arquitectónica debería responder a tres categorías indispensables para la arquitectura; en la que puedo acentuar una de la más importantes, la analogía mecánica, dónde la arquitectura se fundamenta en la perfección formal, es decir, la perfección que desarrolla la ingeniería en la búsqueda de la función y utilidad; sin embargo, si se genera una relación prudente, podemos concretar que muchos edificios latinoamericanos rompen principios y provocan alteración formal para los ojos del observador, porque son objetos arquitectónicos estáticos que no responden a nada. ¿Entonces cuán formal, útil y honesto deben ser nuestros edificios, para que realmente representen la vida social y cultural de Latinoamérica? es una pregunta compleja de dar solución, porque nos enfrentamos hacia dos realidades en la actualidad, mientras que un grupo de edificios representan formas abismales y se sustentan en un procedimiento utópico que pocas veces considera la vida común de la gente, existe otro grupo que es bastante formalista y más que mostrar su identidad cultural y social, exhiben cajas aburridas que intentan exponer su función. Latinoamérica, representa a diferentes culturas que son admirables por su color, gastronomía, arqueología y el estilo de vida tan diferente a otras culturas europeas y esto permite el privilegio de marcar la diferencia; sin embargo, Dinamarca siendo un país europeo nos ha expuesto a través de su arquitectura y sus espacios públicos pensados para la gente, una visión honesta y objetiva que pueda ser aplicada en países latinoamericanos. el arquitecto Jan Gelh fue partícipe de este gran cambio para dar calidad de vida a través de una ciudad diseñada para la gente que va al mercado, camina por las plazas o usa bicicleta; sin embargo, también es admirable el trabajo que ha venido realizando el arquitecto danés Bjarke Ingels los últimos años, porque muestra un tercer camino y una nueva opción ante esos dos grupos tan opuestos que en el siglo XXI nos enfrentamos. Por ejemplo, uno de los proyectos emblemáticos de Ingels es el pabellón danés en Shanghái, con una estructura espiral que pretende ser parte del contexto posicionada sobre una interesante y gran plaza que alberga 1,500 bicicletas en renta para que la gente pueda recorrer todo el lugar, una característica importante que promueven las ciudades de Dinamarca en la actualidad, siendo aún más interesante la intención de reflexión sobre el estado de contaminación acuífera en el mundo a través de una gran alberca que se encuentra en el centro, llenada con agua traída de la ciudad de Copenhague, dónde los habitantes pueden apreciar y valorar la cristalinidad del agua, manteniendo la identidad de Dinamarca en un terreno bastante diferente como Shanghái; asimismo, se aprecia la reactivación de la ciudad a través de una arquitectura que no pretende invadir sino complementar, adaptarse, respetar el contexto y ser honesta en cuanto al uso de la tecnología que ha cambiado nuestro ritmo de vida. ¿Entonces será posible empezar hacer arquitectura a partir de esta idea, para Latinoamérica?, acentúo el trabajo de Ingels, porque su arquitectura es amplia y más que una forma, responde hacia el ambiente y el clima local de cada lugar, así como la vida de los habitantes y, además hace intervenir el arte, el urbanismo y la naturaleza. En Latinoamérica, se pueden hacer grandes edificios y más que una simple composición formal, estás deberían responder a su contexto, a su clima, a su cultura y hacia su paisaje natural y la arquitectura honesta de Ingels nos da la posibilidad de pensar que sí es posible hacer una arquitectura sustentada en la tecnología, pero principalmente debería sustentarse en los principios sociales, morales y cultural de cada ciudad.
*Esta es una reflexión propia, se acepta y respeta diferentes posturas sobre el diseño y la identidad arquitectónica, siendo la arquitectura un campo abierto para la difusión de ideas y perspectivas.
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